Ciertamente la democracia no es una forma de gobierno perfecta, pero de todas las formas posibles, al menos es la mejor, o la menos imperfecta. La forma de gobierno republicana está compuesta por tres poderes, que tampoco son perfectos, ya que las formas de gobierno, como todo, es una construcción del hombre. El ser humano ha aprendido, caminando la historia, a evolucionar, ya sea en lo físico, en lo psíquico y en lo social, y ha llegado, después de milenios de historia, a instaurar esta forma de gobierno como preferible ante las demás, al menos aquí en Occidente.
A cualquier cosa que sea construcción de la humanidad se le puede permitir errores, porque está en la esencia misma del ser humano la falibilidad. Nos equivocamos, nos confundimos, somos limitados. Pero hay errores y errores. Hay errores que se pueden perdonar o se pueden obviar, y hay otros que no. Hay errores que son inevitables, pero los hay evitables. Hay errores producto de la ignorancia, y hay errores producto de los intereses.
Cuando quienes nos gobiernan, administran justicia o dictan leyes cometen errores, podemos encuadrar estos en esa escala esbozada en el párrafo anterior, esto es, errores producto de una falla en la característica del limitado raciocinio humano, o errores producto de ciertos oscuros intereses que obnubilan y tergiversan las cosas.
Y cuando los que nos gobiernan cometen el error de despreciar la vida, estamos hablando directamente de los “errores imperdonables”. Y si la vida que es despreciada es la de alguien que no puede por sí mismo defenderse, ni siquiera hablar, habría que agregar otro calificativo mas para acentuar la afirmación de “error imperdonable”, pero el castellano no nos da esa posibilidad.
La Corte Suprema cometió uno de estos errores, uno de los imperdonables. Emitió un fallo donde no considera delito el aborto de un embarazo producto de una violación. No hay argumento posible para justificar el desprecio por la vida. Un acto aberrante como es una violación, ahora podrá caer en otra aberración más profunda. Si en el mejor de los casos, el violador fuera capturado y condenado, aun así, quién pagará la peor parte será el único que no podrá levantar su voz en propia defensa.
Se argumenta que el acento se pone en proteger a la mujer violada, que ya es una persona, mientras que el producto de esa violación, (el bebé por venir en el vientre), “es sólo un proyecto“ (como una vez dijo Liliana Hendel, desde su espacio de noticias en Canal 13 de Buenos Aires). Un “proyecto” es lo que “todavía no está”, pero… ¿podemos decir de un feto que “todavía no está”? ¿No conoce esta gente la evolución de un feto? ¿Pensarán que todos nuestros sentidos, nuestras funciones, nuestros miembros, se forman al instante de nacer? Un proyecto es, efectivamente, lo que todavía no está. Una pareja de novios “proyecta” casarse, “proyecta” tener hijos (pero “todavía no están” casados, ni tienen hijos). En esa instancia, hemos sido un proyecto. Un feto, en cambio, ya es “algo que está ahí”. Me pregunto, estoy escribiendo esto ahora, y eso ¿es gracias a que fui un proyecto durante nueve meses? No, fui proyecto cuando mamá y papá pensaban tener un hijo, planificaban, disponían de ideas para su futuro, una vez que mamá quedó embarazada, dejé de ser un proyecto, para ser una realidad,… yo “estaba ahí”. Estoy escribiendo ahora, porque durante nueve meses “yo ya existía” como persona en el vientre de mi madre, que me permitió nacer y ser lo que hoy soy. Quienes impulsaron este fallo, y quienes lo alientan o alentaron, no fueron proyectos durante los nueve meses previos a su nacimiento.
La responsabilidad y el compromiso de nuestra clase dirigente deben enfocarse a administrar con orden y justicia el país, instrumentando los mecanismos para que todo funcione de la mejor manera posible, y no ahorrar ni tiempo ni dinero ni esfuerzo en alcanzar esos objetivos.
Condenar a muerte al más inocente de tan aberrante acto no es hacer justicia, es hacer el recorrido más corto. Condenar al violador con castigos acorde al acto criminal que hizo, y contener psicológica y afectivamente a la mujer violada, poniendo a su disposición lo que sea necesario para superar semejante trance y llevar adelante su vida de la mejor manera posible, es el camino más largo, pero es el camino correcto. Si ella, que fue sometida a la peor infamia a la que puede ser sometida una mujer, con justa razón, no desea al bebé, nadie (ni Juez, ni político, o ciudadano común) puede decir que no habrá quienes quieran hacerse cargo de esa vida. Ya ha pasado otras veces. Hace unos años en Mendoza se dio uno de estos primeros debates. La chica finalmente abortó, pero hubo familias e instituciones que pedían a gritos: “no lo maten, nosotros nos haremos cargo”. Hay soluciones, hay salidas. Que no se quieran instrumentar es otra cosa. Nuestras universidades rebosan de estudiantes de Psicología, tenemos psicólogos para contener a la mujer violada, tenemos médicos, tenemos asistentes sociales, tenemos todo, menos voluntad (¿o será interés?)
No hay argumento válido cuando se atenta contra la vida. El gobernador Scioli dijo en un acto posterior a este fallo que “acompañamos estos nuevos tiempos de cambio y transformaciones que se vieron ayer reflejados en un fallo histórico como el de la Corte Suprema de Justicia de la Nación". ¿A qué se refiere con “estos nuevos tiempos de cambios y transformaciones”? ¿Se olvidó que nuestra raza humana debe evolucionar y no involucionar? ¿Es esto una moda? ¿Qué intereses hay detrás de este fallo? Algo me dice que no es “ayudar o proteger” a la mujer violada. Con ese argumento podríamos decir que Hitler llevó adelante el holocausto siguiendo los “cambios y transformaciones de su tiempo”, o el apartheid era también una “necesidad” del pueblo sudafricano (de los blancos, claro). Señor gobernador, recuerde que lo “legal” no siempre es lo “legítimo”.
No se encuentra ningún argumento válido para sostener semejante atentado contra la vida. Hay quienes dicen que se trata de “no discriminar” a la mujer violada. Pero si hablamos de discriminación, también podemos argumentar que se está discriminando a estos bebés fruto de una violación. Entonces sólo tienen derecho a nacer quienes hayan sido planificados por una pareja, los otros no, no tienen derecho, por consiguiente, los discriminamos quitándole lo más sagrado de la existencia humana: la vida.
Señores políticos, jueces, dirigentes. Creo que no sería mala idea replantearse una escala de valores éticos y que éstos guíen sus acciones, ya que por lo general, todos estos tipos de fallos, vaya uno a saber porque, pero suenan a negocios de los que unos pocos saldrán beneficiados (estos abortos “legales”, no creo que sean gratis). Recuerden que las criaturas por nacer también son humanas con derechos.
En estos tiempos, de fútbol para todos, LCD para todos, los derechos humanos, ¿son para todos?
Ariel Gallardo - Bahía Blanca
de mi parte te doy toda la razon...
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