El uso de ciertas formas del lenguaje puede pintar una realidad con un grado de verdad que ocasionalmente suele no ser así. Cuando se lee o escucha la expresión “Cristina obtuvo el 54% de los votos”, el mensaje que queda implícito en el inconsciente de la población es “A Cristina la votó más de la mitad de la gente”. Dicho de otra forma, uno puede jugar mentalmente a andar por la calle y cruzarse a diez personas en la vereda y decir para sí: “de estos diez, hubo seis que la votaron”, y de los diez que siguen “de estos, la votaron cinco”. Obviamente usar esa frase le conviene tanto a ella, como a quienes la reivindican, ya que la utilizan para hacer llamar al silencio al resto, tirando como una puñalada el tal mentado porcentaje. Es una forma de decir “este país reivindica este modelo”, “ más de la mitad de la población así lo quiere”, “la mayoría pensamos de esta forma”, “la mayoría…”, “más de la mitad…”…
No obstante, es cuestión de tomar una calculadora y empezar a hacer números. Lo primero que uno puede ver es la cantidad de votantes habilitados para las elecciones presidenciales del 2.011, y nos encontramos con que fueron 28.867.124 ciudadanos. Casi 29 millones que estaban en condiciones de concurrir a las urnas. Lo segundo, es la cantidad de votos que obtuvo la formula Fernández – Boudou, y el número oficial es 11.593.023 sufragios. Tan solo con un simple ejercicio mental podemos darnos cuenta que alrededor de 11.5 millones de votos no son el 54% de casi 29 millones.
¿De dónde proviene entonces esto del 54%? Sucede que los porcentajes se obtienen solamente de los votos afirmativos válidos, es decir, de los votos que votaron a alguien (Artículos 97 y 98 de nuestra Constitución Nacional), dejando de lado los votos en blanco, los votos impugnados, los votos nulos y los que no concurrieron a votar (que aun así, son ciudadanos en condiciones de hacerlo). En las últimas elecciones, hubo 678.724 votos en blanco, 206.030 votos nulos y 23.921 votos impugnados, lo que hace un total de 908.675 sufragios, un dato que no es menor.
Recordemos que el total de votantes habilitados fue de 28.867.124 ciudadanos. Si sumamos los votos afirmativos válidos (21.484.844), más los votos en blanco (678.724), los nulos (206.030) y los impugnados (23.921), nos encontramos con que 22.393.519 personas fueron los que concurrieron a las urnas. Pero recordemos que los habilitados para votar, según el padrón, eran 28.867.124, lo cual nos lleva a dejar de lado de todo porcentaje a 6.473.605 personas (resultado de restar a los 28.867.124 empadronados los 22.393.519 que fueron a votar). El equivalente de los que no votaron es aproximadamente la población total de las provincias de Córdoba y Santa Fe juntas, las más pobladas después de Buenos Aires. Como vemos, este es otro dato que no es menor, ya que no se incluyen en el porcentaje total a casi 6 millones y medio de habitantes, que aunque no hayan votado, son ciudadanos con derechos, deberes y obligaciones. Se les podrá cuestionar por qué no votaron, es verdad, pero su condición de “ciudadanos” no la pierden por ese motivo.
Si tuviéramos que hacer un ejemplo absurdo de cómo se calcula el porcentaje de una fórmula ganadora en las elecciones presidenciales podríamos poner el siguiente: si de cada 10 votantes hay 7 que votan en blanco, 2 votan al partido A y 1 vota al partido B, lo que uno piensa en primera instancia es que el partido A obtuvo el 20% de los votos, el partido B el 10% y los votos en blanco fueron el 70%. Sin embargo, al contarse sólo los votos afirmativos válidos, nos encontramos con que el partido A obtuvo el 66.66 % de los votos y el partido B el 33.33 % (2 es el 66.66% de 3 y 1 es el 33.33% de 3). El resto ni siquiera se tiene en cuenta. Imaginemos ahora a los partidarios y/o militantes del partido A vociferando a los cuatro vientos que “hemos ganado con el 67 % de los votos”, absurdo ¿verdad? Se comprenderá ahora que eso es una falacia, es decir, un razonamiento que a primera vista parece válido, pero que, sometido a un análisis (a veces, ni siquiera riguroso), lo descubrimos como erróneo.
Sabiendo esto, ahora puede cambiar el mensaje implícito que nos llega cuando leemos o escuchamos que “Cristina ganó con el 54%” (es decir, “a Cristina la votó la mayoría”). Digo que podemos cambiar ese mensaje implícito porque, si tenemos en cuenta los casi 6 millones y medio que no fueron a votar (pero insisto, no por eso dejan de ser ciudadanos con derechos) mas el casi millón que votó en blanco, o con votos nulos o impugnados, y que no se los incluye en los resultados, el porcentaje de Cristina se reduce al 40,15 %. Si esta información fuera tenida en cuenta al menos para la opinión pública, más allá del sistema de proclamar una fórmula sólo con los votos afirmativos válidos, se podría acallar la soberbia de muchos oficialistas con otro mensaje implícito: “A Cristina, la mayoría NO la votó”.
Volvamos al juego mental del primer párrafo. Ahora podemos cruzar a diez personas por la calle y decir para sí: “de estos, solo cuatro la votaron”. Los otros seis, o votaron a otras fórmulas, o no se les tuvo en cuenta su voto (en blanco, impugnado, nulo), o no fueron a votar. Sea lo que fuere, son personas que están ahí, que están entre nosotros, que viven, sueñan, trabajan y en su cotidianeidad, también construyen la democracia. Y contribuyen a poder decir “la mayoría NO votó a este gobierno”.
Ariel Gallardo - Bahía Blanca
jajaja!! que rebuscado! pobre lilita, no le cuentes esto porque se pega un tiro.
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